Friday, September 12, 2008

El ataque

El ruido de un misil disparado por una bazuca antitanques es similar al de la tela al desgarrarse pero muchos, muchos desiveles más alto. Cuando salí del camión escuche el primero rasgar el aire y casi simultaneo el segundo. Uno golpeó el último camión y el otro, el que estaba enfrente, haciendo volar en pedazos sus cabinas y encendiéndolos como paja en un granero. Como en cámara lenta vi los jóvenes buscar refugio en sus camiones y también como dos cohetes más impactaban sus cabinas haciéndolas añicos. Intenté regresar al camión pero antes de que pudiera acercarme se volvieron a rasgar los aires, esta vez, en dirección de los nuestros. Instintivamente, tratando de evadir la dirección del ataque me acerque al borde del puente justo cuando el último misil impactó su blanco. Miles de fragmentos metálicos surcaron los aires muchos de estos clavándoseme en el cuerpo y la presión de aire desplazada en la explosión me arrojó por el borde del puente hacia el vacío. En la caída pretendí convencerme de que aquello no estaba sucediendo. Luego en mi mente comenzaron a aparecer recuerdos de mi niñez, de la casa en Puerto Rico y de mis padres. Pensé en el momento en que llevaran la noticia a mamá y me acongojó la aflicción que sufriría. Pesadamente era atraído hacía el suelo pero, extraño; no sentía miedo.

En ese tramo, las aguas no eran profundas y al caer no evitaron que mi cabeza golpeara el fondo ni que mi cintura pegara contra las piedras. Aturdido intenté incorporarme pero las piernas no respondieron. Un cosquilleo vago el la planta de los pies era mi única sensación de parte de estas. Mi visión era borrosa y la corriente, aunque no era tan fuerte, cargaba mi cuerpo río abajo golpeándolo contra las lisas piedras. Probaba a asirme de las rocas pero era en vano. Mis dedos resbalaban sobre el verduzco limo. Bajo el puente, sospeché cedía un poco la corriente pero mi cuerpo entonces flotaba boca abajo sin que pudiera voltearme o asomar la cabeza. Había sido suficiente. Mis pensamientos ya fluían desorganizados. Estaba demasiado agotado para otro esfuerzo. Ahora solo deseaba descansar aunque implicara entregarme a esa fuerza destructora.

El estruendo de las detonaciones la había hecho arrojarse al suelo con las manos tapando sus oídos. Intentó retener sus fluidos pero sus esfuerzos por no mojar la falda fueron en vano. Cuando logró incorporarse, decidida a emprender la huída, escucho el chapoteo del cuerpo al caer al agua. Una sensación más fuerte que el miedo la forzó a detenerse para constatar lo que estaba viendo. En corto tiempo aquella masa flotante se acercó hasta su orilla. Era un cuerpo y, sin lugar a dudas, el hado lo arrastraba hacia ella. Desprendida la burca se lanzó a las frías aguas, metió sus manos bajo las axilas y haló con fuerza hacia la orilla. El cuerpo sangraba por todas partes y puesto en tierra, comenzó a convulsar expidiendo baba por la boca. Seguido, las convulsiones se convirtieron en vomito y luego en una tos ahogada. Lilah observó como sus desorbitados ojos buscaban orientarse como si su alma retornara al cuerpo. Comprobado aliento de vida, corrió hacia la carretilla y la tumbó a su costado provocando que las truchas se deslizaran hacia el suelo. Con un gran esfuerzo empujo el cuerpo hacia el hueco y logró levantarla asegurando la carga. Mirando hacia todos lados comenzó a empujarla a toda prisa hacia la vereda.

4 comments:

rz.miguel said...

igual que Khaled Hosseini con la gran diferencia que el nacio alli mismo y tu eres occidental..BRAVO BRAVO

Sonia Noemí said...

Sí,Miguel es cierto,y es más díficil narrar cuando no se ha vivido en ese lugar,Dua considero que nada tienes que envidiar a Khaled Hosseini.Cuando te lanzas?

Boje said...

Me da la impresion de que Che Juan todavia esta vivito y coleando...

jimmy said...

Ya casi soy un soldado americano en Afganistan, las descripciones son fabulosas, adelante que esto se pone mejor....