La noticia, como cuerdas, tiraba de sus trapecios casi logrando levitarlos. Dos semanas para empacar y reportarse al campamento desde donde la Unidad de Comunicaciones sería trasladada al aeropuerto en San Juan. Una parada en el fuerte Hamilton en Nueva York y luego vía Turquía llegar hasta Kabul, Afganistán. Las fuerzas armadas habiendo diezmado sus reclutas de todas partes ahora necesitaban la colaboración de los reservistas de la Guardia Nacional para rotación de tropas.
¿Cómo llevar la noticia a casa y evitar se desgarraran los corazones? ¿Talibanes? ¿Quienes serán? Bueno, demasiado tarde, estaba envuelto en toda esa vorágine y no podría soportar pensar en la vergüenza de retirarse en este punto. Habría que tragar miedo y echar el resto. Ya inventaría algo para consolar a su gente. Oportunidad para viajar, aprender inglés y obtener beneficios adicionales, pago de estudios, acceso al Hospital de Veteranos…Ah! Y comprar en la base. Como don Ramón que hasta puso su propia tiendita con los bajos precios del ron y la cerveza que consigue...
1 comment:
Nada que envidiar a Mario Vargas Llosa,que talento.
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