Saturday, October 18, 2008

Tras la cortina...

La tarde estaba avanzada y el sol cansado había recogido sus últimas lengüetas de luz. La raída cortina hacía un achacoso esfuerzo por cumplir los estrictos requerimientos de la purda. En esta segregación de sexos la mujer, no solo debe cubrir su cuerpo, sino evitar que el vestido exponga los contornos de su silueta. Además, ningún hombre sin parentesco cercano debe siquiera dirigir la palabra a una mujer excepto, en caso de extrema necesidad.

Un aroma a popurrí me hizo despertar, esta vez con más fuerzas que antes. Probadas las piernas pasé a comprobar la cadera. La punzada asomó sus fauces pero su mordida no fue suficiente para evitar me incorporara. La próxima prueba me devolvió a mi niñez cuando agarrado de los barrotes de la cuna practicaba el equilibrio permitiéndole a mis piernas sostener el resto del cuerpo. Probé el balance; nada mal. Un paso, luego otro y otro más. Suspiré profundo sintiendo el placer de la recuperación llenarme los pulmones.

Escucho un tararear y otra vez el suave aroma restablecerse en los aires. Tras la cortina, la tenue luz del candil develaba su silueta. Me acerqué y a través de los rasgones la vi, absorta, acicalando su cuerpo desabrigado como un pajarillo aceita sus alas después de una lluvia. Su cabello color cáscara de nuez, se escurría sobre su espalda formando una suave honda. Me retraje, volví la mirada hacia la lisa pared. El tiempo se detuvo. Me asaltó la premonición de un momento mágico, la revelación de una incógnita. Giré de nuevo. Reconocí la giba de telas azul añil sobre la alfombra. Cada descubrimiento como una cachetada me hacia girar el rostro hacia la pared. El punto neutro me permitía volver en mí. Con la piel ya fría y en un más arriesgado intento, afilada la mirada me topé con la visión...(volver aquí a sus e-mails para ver lo que sigue) En ese instante, no supe si me faltó el aire o si a voluntad contuve la respiración para no delatarme. Temí por mis fuerzas pues unos latidos secos me comenzaron a obstruir la tráquea. En tanto ella, inconsciente, seguía sumida en su rutina como mariposa recién salida de la crisálida. Requerí de no muy poca lucha para resquebrajar las trabas de tal impertinencia y volverme a recostar en el camastro. Seguido vi apagarse la mecha tras la cortina. Cerré mis ojos y los metí detrás del ángulo interior del codo pretendiendo ofuscar la escena. Intenté poner mi mente en blanco, conté en reverso del cien al uno, todos intentos fallidos para conciliar el sueño pues, en tanto más avanzaba la oscuridad, más clara se me hacía la concepción de aquella ninfa.

¿Qué tienen las sombras que reburujan a los mortales embriagándoles el alma, que hipnotizan, que nos hacen caminar como sonámbulos? ¿Cómo se resiste para someter al instinto cuando las circunstancias confabulan? ¿Cómo se hace? ¿Cómo?

Lilah volvió a soñar, pero esta vez la enigmática figura no le abandonó cuando ella le tomó de las mejillas para sumergirlo entre sus...(Volver a los e-mails)

La claridad de la mañana dispersó las musarañas. ¿Qué tiene la luz para desatascar las entrañas de la conciencia, para disipar la crápula eludiendo el descarrío? ¿Qué tiene?

-¿Emir? ¡No! ¡Emir!!!

En intensos lloros se arrojó rodillas al suelo de espaldas hacia él y gimiendo, recitó esta duaa:

“¡Alá! Tú eres Benevolente y Generoso, perdóname, perdóname!
He quebrantado tus mandatos y soy responsable. Ha sido mi culpa.
Mis ofensas se amontonan ante Ti como mucho estiércol. Invoco las palabras
de El Mensajero, la paz y las bendiciones están sobre El, cuando dijo:
Alá es verdaderamente perdonador y ama el perdonar. Imploro tu misericordia.
Mi corazón vivirá eternamente agradecido si aun hallara gracia ante Tus ojos.
Mírame y seré limpia como gota de lluvia.”

Incorporándose entonces se apresuró hasta la mesa, tomó la daga y volviendo se postro de rodillas ante él apoyando el filo en su costado izquierdo, el puño apuntando hacia el frente. De sus ojos naciendo muchas lágrimas.

- ¡Emir, tu puedes librarme de tanto dolor! ¡Y puedes librarte de la deshonra, de todas formas estoy condenada a morir! Créeme nadie me echará de menos, el pecado en cambio, resonará hasta los confines más remotos de este lugar. Los mulás en todas las madras censurarán el comportamiento. Envenenada su sangre enviarán sus sayones a encontrar, a quien hasta ese momento fue un fantasma, una hoja seca cargada por el viento. Una vez más pretenderán enseñar a precio de sangre el costo de infringir la sagrada ley y sus estatutos. Declararan todas mis faltas. La muerte será mi absolución y para el pueblo servirá de escarmiento. A ti en cambio, nadie ha de inquirirte por lo que no existe. Y la montaña tiene avernos en donde jamás se encontraría un cuerpo.

1 comment:

Sonia Noemí said...

De aqui pa'Hollywood,esta semana vino un artículo en el nuevo día de un hombre, no recuerdo su nombre él narró una escena que vió,alguien le llevó la historia ha un productor de cine y se la compraron por 500,000 o algo así, ahora lo contratan para hacer libretos y es millonario.