Saturday, November 8, 2008

El principio del fín

El se acerca y arrodillándose frente a ella empuñó la daga para retirarla suavemente. La rodeó con sus brazos y tiernamente besó su frente. Lilah sintió contestada su plegaria. La paz de Alá sobrecogió su espíritu y poco a poco, mecida entre sus brazos, se fue quedando dormida. Al despertar se encontró tendida sobre la alfombra, las turbaciones drenadas en la pausa. Se alzó y corriendo la cortina se topó con el camastro vacío. Salió afuera, busco los alrededores y no le halló. Un ápice de desasosiego le corrió las hebras pero, al fin, no se extrañó. Lo había presentido tantas veces. La partida, el momento en que volvería a su aislamiento. Y así, animada por el automatismo de valerse por si misma, se fue reponiendo.

La leche de cabra siempre le asentó mejor. Por alguna razón nunca toleró la leche materna y la vacuna le producía constantes reflujos. Cuando sus suegros le relegaron y ante la negativa de sus padres para acogerla, reclamó a su padre la dote que ofreció por ella su marido.

Una buena cabra debe ser fuerte, de ubres formadas. Si está saludable la vez siempre alerta y es afectiva. No debe tener dientes rotos y al mascar el bolo debe hacerlo con ritmo. Al menos esto le contó su abuelo.

- ¡Hola! – el hombre llama a unos pasos de la casa. Lilah suelta la ubre, se levanta y se acerca mientras se va limpiando las manos con un paño.

- ¿Que desea?
- ¿Es usted Lilah?
- Sí.
- Debemos irnos, pronto. El juez nos espera – el hombre tornándose hacia el camino.
- ¿El juez? ¿Para qué? Yo no he hecho nada.
- ¿Aun desea legitimar su libertad?
- ¿Libertad?
- De su matrimonio. La ha estado solicitando, ¿no?
- ¿Y a donde debo ir?
- ¡Al juez! ¡Ande sígame!

Al llegar al despacho el juez miró a Asner como quien reconoce a un colega. A ella en cambio la miró con una mezcla de lastima y desdén.

- El próximo.
- Honorable. Vengo a nombre de mi representada – alargándole unos documentos.
- ¿Seis años? ¿Y no ha regresado?
- Y me temo que no va a regresar.
Dirigiéndose hacia ella: - ¿Su deseo es quedar en libertad?
- No lo sería si creyera que mi marido vive. Ofrecería los años que me quedan esperando su regreso. Pero hace un tiempo se apagó dentro de mí su llama. No le siento… y es porque ya no está – apagándosele la voz.
- Hmm…- el juez se alarga un viejo libro y va pasando páginas sin decir palabras. Asner y Lilah aguardan con intriga.
- Aquí esta. La Fiscalía vs. Faran Ahmed y Shiimin 1963 – comenzando a leer en voz alta.

“En 1963 Tehvir dejó a su esposa Shiimin y salió en un viaje de negocios. Diez años pasaron sin que se supiera de su paradero. Corrieron los rumores de que el estaba vivo y residiendo en Bagdhis. Su hermano y su primo fueron hasta allá sin que pudieran encontrarlo. Pasado el tiempo Shiimin se casó con un hombre llamado Ahmed en presencia del jefe de la aldea y otros más como testigos. Enteradas las autoridades del lugar ordenaron una investigación imputando a Ahmed cargos de secuestro. El caso fue considerado en la corte principal de Farah donde los acusados rechazaron los cargos alegando que Shiimin no tenía esposo al momento de su casamiento con Ahmed. La corte rechazó el pedido alegando que bajo el Artículo 5 de la Ley de Matrimonios de 1960, Shiimin no tenía derecho a un divorcio. Bajo esta ley ella no podía contraer matrimonio antes de haber esperado noventa y siete años después de la fecha de nacimiento de su desaparecido esposo. Por esto los acusados recibieron tres años de prisión cada uno, el jefe de la aldea tres meses, y los demás testigos a 3,000 afganis cada uno. Los acusados apelaron a la Corte Superior y la corte sentencio a los acusados bajo cargos de secuestro como sigue: Ahmed y Shiimin cinco años de prisión y 39 latigazos; al padre de Shiimin un año de prisión; al jefe de la aldea 4,000 afganis de multa y a los cuatro testigos seis meses de prisión cada uno. ”
El juez levanta la vista mirando a Asner por encima de los lentes.

Asner acercándose al escritorio.

- ¿Noventa y siete años? ¿No le parece que esa ley se ha excedido? Sobrepasa aun nuestra expectativa de vida. Honorable juez sírvase a examinar - le alarga unos documentos. Ley Civil de 1977. Bajo esta ley Shiimin tendría derecho a demandar un divorcio judicial a partir de tres años después de la desaparición de su esposo.

El juez examina los documentos y procede con minucioso recato a intercalarlos entre la sección previamente leída de su viejo libro.

- Hmm… - el juez mirando a Asner con mirada de “siempre aprendo algo contigo”. Supongo que todo este esfuerzo no es solo para lograr libertad. ¿Quién es el interesado? Lilah ruborizada comienza a buscar los ojos de Asner. Este tornándose hacia ella contesta:

- Un soldado… cristiano.

Jamás sintió la burca tan apropiada. Tras de esta pudo esconder el temblor de labios y las gotas de sudor que le comenzaron a brotar de sobre las cejas y el surco bozal.

- ¿No pretenderás que disponga este casamiento? El Islam permite a un hombre tomar una mujer que no sea musulmana solo si es cristiana o judía porque, aunque a pesar de las distorsiones en sus creencias, existe alguna congruencia en las doctrinas. Pero a una mujer musulmana no le es permitido casarse con un hombre que no sea musulmán.

- ¿Por qué?

- Elemental. Siendo que la mujer tiende a exhibir una naturaleza más condescendiente, no sería difícil para un musulmán persuadir a su mujer, cristiana o judía, de que se abstuviera de comer carne de cerdo o de consumir alcohol o de vestirse indecorosamente. Viéndolo del otro lado, una mujer musulmana pondría en riesgo su religión porque su marido cristiano o judío podría pedirle que compartiera con él en alguna fiesta donde se sirva licor o carne de cerdo, además hasta podría pedirle que no se abstuviera de saludar con un apretón de manos o hasta con un beso a sus amistades masculinas, como ellos suelen hacerlo. O quizá se le ocurra, por presumir de la belleza de su mujer, pedirle que se vistiera un poco menos recatada, y en todas estas cosas sabemos que hay disolución.

- Aquí; verso 2.228 “Y las mujeres tienen derechos similares a los que los hombres tienen sobre ellas para que se ejerzan de forma justa.” – Asner otra vez acercándose al juez con nuevas referencias.

- Querido Asner… Esto solo aplica a cuestiones de conducta, modales, decoro. Los hombres tienen que conducirse de igual forma que las mujeres en estos asuntos. Con respecto al matrimonio, sabes que la interpretación aplicable añade “…de acuerdo a las costumbres aceptadas.”.

Dicho esto sacó unas formas de la gaveta del escritorio y comenzó a llenarlas como un medico anota una prescripción. Asner se limitó a mirarle como quién mira un cofre lleno de reliquias. En su mente resonando las palabras “las costumbres aceptadas”.

- Aquí está. En este caso no puedo hacer más. ¡Próximo!!!

- ¡Felicitaciones! – Asner a Lilah mientras salían del lugar.

- Pero y…

- No estaba tan optimista; al menos, ya eres una mujer libre.

Durante el camino de regreso no intercambiaron muchas palabras. Asner conducía a toda prisa y Lilah, que hubiese deseado hacerle mil preguntas, se limitó a observar las imágenes pasar por la ventana a velocidad.

- Dile que las hierbas silvestres florecen en Afganistán – dirigiéndose a Asner al bajar del auto a la orilla del camino.

3 comments:

rz.miguel said...

OCCIDENTE PERDON

rz.miguel said...

BUENA FELICIDADES.ES BUENO SABER QUE LILAH ESTA VIVA LA ESTABA ECHANDO DE MENOS, CUANDO LLEGUE A ACCIDENTE HAREMOS UNA FIESTA

Sonia Noemí said...

Sí,antes de que Obama retire las tropas.